segunda-feira, 5 de janeiro de 2009

LA ORACIÓN CRISTIANA

                         LA ORACIÓN: UN YOGA CRISTIANO ?


 


 


                Don Esteban Bettencourt OSB


 


Resumen: La oración de los orientales no cristianos (Yoga, Zen, Meditación Transcendental...) es una serie de ejercicios que llevan, como ellos dicen, a la plena unión con la Divinidad, o a la fusión con la Divinidad, por la que el orante pierde su individualidad en una visión panteísta; funden en una sola realidad la Divinidad, el hombre y los seres visibiles.


 


Al contrario, la oración cristiana es un don gratuito de Dios, para el cual el hombre se dispone por la fe y por el amor; no es el hombre que mediante técnicas especiales, repetición de "mantras", etc elevase a la unión con Dios, sino que es la gracia de Dios que lo eleva de acuerdo con sus predisposiciones. Las premisas de esta concepción son monoteístas y no panteístas; Dios es el Criador , el hombre es criatura. 


 


NB: Serán aducidos algunos comentarios, fuera del texto, con el intuito de mejor encuadrar el pensamiento de los autores a nuestra realidad de oración. Entre paréntesis la numeración de llamada relativa al tópico precedente. (Theognoto)


 


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La casa editora "Quadrante" publicó el libro: "Tiempo para Dios, un guia para la vida de oración" del autor Jaques Phillipe, sacerdote que se tiene dedicado al estudio de la espiritualidad. El libro trata en su primera parte de las diferencias de la oración cristiana y aquella del hinduismo, budismo, yoga, etc. Y presenta el tema bajo el titulo "La oración no es una técnica, mas una gracia". Examinaremos, a seguir, el contenido de eso capitulo. 


 


   1 La oración no es un yoga cristiano. 


 


Antes de lo más se hace necesario definir lo que es la oración. (1)


 


En la tradición católica occidental, llamamos "oración" a esa forma de rezar que consiste en ponerse uno en la presencia de Dios durante un tiempo mas o menos luengo (quince minutos, media hora...) en soledad y silencio, deseando entrar en intima unión con EL (pag 3). El orante puede hacer uso de un libro de espiritualidad, leer la "lectio divina" o no utilizar ningún recurso exterior. (2) 


 


Bueno entonces, dice Jaques Phillipe, y con razón, que la oración cristiana no es fruto de una técnica pero un don a ser acojido. En el Cristianismo no existe un conjunto de recetas o de procedimientos que bastaría aplicar para orar bien. La verdadera oración es un don que Dios concede gratuitamente, y que debemos aprender a recibir. (3)




En contrario de esta concepción, los métodos orientales así como nuestra moderna mentalidad todo pretenden reducir a técnicas, criando una falseada imagen de la oración como se fuera de un yoga cristiano. El crecimiento en la oración dependería de concentración mental y retiro interior, de técnicas de respiración apropiadas, de posiciones corporales, de la repetición de ciertas formulas... Una vez dominados correctamente esos elementos se permitiría a uno individuo tener acceso a un estado de consciencia superior. Esta visión de las cosas, subyacente a las técnicas orientales, influye por veces, en la idea que se hace de la oración y de la vida mística en el Cristianismo, de ella presentando una visión totalmente errónea. – Errónea por que se prende a métodos en los cuales el fautor preeminente es el esfuerzo humano, en cuanto que en el Cristianismo todo es don de Dios.




Efectivamente, en la concepción oriental tratase de una actividad que depende esencialmente del hombre y de sus capacidades. Por lo contrario, en el Cristianismo, aun que se exija una cierta actividad del hombre (presdisposiciones para recibir la gracia) toda la edificación de la vida de oración reposa en la iniciativa de Dios y en Su Gracia (pag 6s). (4)




Se fuera la vida de oración una cuestión de técnica habrían personas capaces de orar contemplativamente y otras no. Es verdad que hay quien tenga mayor capacidad de introspección, y de íntimamente cultivar bellos pensamientos, pero eso no es importante. Se respondieramos fielmente a la gracia divina, en conformidad con nuestra personalidad, nuestros dones y flaquezas, todos seremos capaces de una vida de oración muy profunda. El llamado a la oración, a la vida mística, a la unión con Dios en ella, es tan universal como el invito a la santidad porque una cosa no existe sin la otra. No hay absolutamente nadie excluido. No es a una elite escogida, mas a todos sin distinción, que Jesús dirige la palabra cuando dice: “Orad en todo el tiempo”. (Lc 21,36)




Aun mas. Se la vida de oración no es una técnica que debemos dominar. mas una gracia que debemos acojer, un don que viene de Dios, el que mas importa no es hablar de métodos ni recetas, pero conocer las condiciones que nos permitan recibir este don. Con otras palabras: “lo que nos asegura el progreso en la vida de oración y nos permite de ella tener frutos, no es tanto el método que se adopta para orar, sino que las disposiciones interiores con que nos acercamos de la oración y por ella caminamos”.  Nuestra tarea mayor es hacer esfuerzo para adquirir, cultivar y profundizar esas buenas disposiciones del corazón. Lo mas será obra de Dios. (pg 9s) (5)




¿ Y cuales serian esas disposiciones interiores ?




2 Disposiciones interiores.




Jacques Phillipe enumera las cuatro que siguen:




2.1 Fe y confianza, las bases de la oración.




La fe presenta dos aspectos en cuanto a la oración:




2.1.1 Fe en la presencia de Dios




Cuando nos disponemos a hacer oración debemos creer, con todo el alma, que Dios se haz presente entre nosotros. Sin depender de lo que posamos sentir o no sentir, de nuestra capacidad de cultivar buenos pensamientos, Dios está cerca de nosotros, mira nos y nos ama. Sean cuales fueran nuestras dificuldades o resistencias, debemos creer con firmeza que todos sin excepción – sabios o ignorantes, justos o pecadores, personas equilibradas o profundamente heridas – son llamados a la vida de oración, en la cual Dios se comunica con nosotros. El mismo Dios dará a todos las gracias necesarias para que perseveren en la oración.

 

2.1.2 Fe en la fecundidad de la vida de oración




Aun dice Jacques Phillipe




Mismo que nos venga la impresión... de que la vida de oración es estéril, de que nos repetimos siempre el mismo paso, de que hacer oración nada cambia en nuestra vida... no hay que desanimar mas permanecer convencidos que Dios cumplirá Su promesa: “Pide y recibirás...” (Lc 11,9s), Quien persevera confiante recibirá infinitamente más de lo que osa pedir o esperar. (pag 13)

 

2.2  Fidelidad y perseveranza

 


Aquellos que adentran el camino de la oración se deben proponer a la fidelidad. “Mas valle una oración pobre, pero regular y fiel, de que unos momentos sublimes mas episódicos. Es la fidelidad que permite alcanzar la maravillosa fecundidad de la vida de oración” (pag 13).

 

  2.3  Humildad y pobreza de corazón



“La humildad consiste en que el cristiano acepte su pobreza radical, poniendo toda su confianza en Dios. El cristiano humilde acepta no ser nada, por que Dios es todo para el... En la oración es imposible huir de esa experiencia de pobreza. Es verdad que uno hará, muchas veces, la experiencia de la ternura de Dios, pero lo que mas se revelará, frecuentemente, será su miseria, su incapacidad de orar, sus distracciones, las heridas guardadas en su memoria y imaginación, el recuerdo de sus faltas y fracasos... El hombre busca miles justificativas para huir de un Dios que revela a el su nada radical, pues que en ultimo caso, se recusa a reconocer que es pobre y frágil.




El humilde persevera en la vida de oración, sin jactancia, sin tener cuenta de si mismo... Pone toda su confianza en Dios y no en sus fuerzas; jamas desanima y esto es al fin, lo que mas importa.” (pag 16s)




“Sin vida de oración no hay santidad. “Quien huye de la oración, huye de todo lo que es bueno”, nos dice San Juan de la Cruz... Sin ella, es imposible avanzar espiritualmente”.




Y se puede objetar que Dios nos concede la gracia santificante por medio de los sacramentos... Es verdad, pero sin vida de oración, los mismos sacramentos ya teran su eficacia reducida, porque les faltará la tierra buena para recibirlos. (pag 13s) (6)




2.4 Tener tiempo para Dios




Ahora, Phillipe considera una frecuente ponderación: “Bien que yo quisiera hacer oración. Pero no tengo tiempo”. Y contesta:




“ El problema es saber que cosas son mas valiosas en nuestras vidas. Nunca se ha visto uno morir de hambre por que no tiene tiempo para comer. Siempre encuentra un tiempo – mejor hablando – lo procura para hacer lo que es vital. Antes de decir que no tenemos tiempo, preguntemos sobre nuestra jerarquía de valores, sobre las cosas que son, realmente, prioritarias para nosotros”. (pag 14)




El autor considera aun otra objeción: “No pudimos dar a Dios el tiempo robado a los hombres”. Y nos responde: “ El tiempo que compartimos con Dios, no es robado a los hombres. La experiencia de vida nos muestra que es entre personas de intensa oración que se encuentra el amor mas atento, mas delicado, mas desinteresado, mas capaz de consolar y reconfortar”. (pag 22s) (7)




Hay también quien diga: “Yo rezo trabajando. La mía oración es mi trabajo.” A eso el autor responde en las pagina 24 y siguientes:




“Tenemos que ser realistas. No es tan fácil quedarnos unidos a Dios cuando estamos buceados en nuestras ocupaciones diarias. Por el contrario, tendemos naturalmente a nos dejar absorver totalmente por las cosas que estamos haciendo. Necesitamos de una anterior reeducación del corazón y el medio mas seguro para eso es la fidelidad a la oración. Sin eso espacio de tiempo gratuito, el amor tiende a sofocar se en corto periodo de tiempo”. (8)




Mas una alegación viene al caso: “La oración me parece algo maravilloso, pero solo rezo cuando me veo impelido a hacerlo. Orar cuando no me interesa o se no me gusta seria una falta de sinceridad, una hipocrisia. Haré oración cuando tuviere voluntad para eso”. Contesta J. Phillipe:




“Se vamos a esperar que tengamos voluntad para orar, quizás tengamos que esperar hasta el día del Juicio Final. La inclinación de nuestra voluntad es algo que cambia a menudo. Es Dios quien nos invita a rezar: "Orad sin desfallecer" (Lc 18,1). La fe es que nos debe dirigir y no un estado de alma subjetivo. La espontaneidad es un valor a procurar, mas ni siempre esta dirigida para el bien; tiene necesidad de ser sanada y purificada". (pg 24s)

 

El autor considera aun otra dificultad que conduce a renunciar a la oración: "Estoy cansado y con dolor de cabeza". Responde:

 

La oración comienza por el intelecto, busca ver y entender, mas no puede quedarse solo en la inteligencia; tiene que pasar para el corazón, alcanzando el amor provocado por el conocimiento de Dios y de Su Providencia. Considérese el siguiente episodio de la vida de Santa Tereza de Lisieux:

 

Poco antes de fallecer, cuando estaba acostada y muy doliente, su hermana (carnal) - Madre Inez - entró a su cuarto y le preguntó: "En que piensas? No pienso en nada, no lo puedo; sufro en demasía, entonces rezo". "Y que cosa dices a Jesús?" Tereza respondió: "Nada le digo, solo Lo amo!".

 

Termina Phillipe: "Esta es la oración mas pobre, pero la mas profunda; un simple acto de amor para allá  de todas las palabras, de todos los pensamientos. Debemos tender a esa simplicidad. La nuestra oración no debería ser otra que esta... sin una sucesión de atos diversos, un solo y simple acto de amor." (pg 51) (9)

 

Concluyendo

 

El libro de Jacques Phillipe es fecundo en inspiraciones para alimentar una autentica vida de oración.

 

(Extraído de la Revista Pergunte e Responderemos - año XLIX - n 547 - enero de 2008)

 

COMENTARIOS "AD HOC"

 

(1)  El autor nos parece desear referenciar en este texto a un particular aspecto de la oración. Sin embargo, lo que permanece explicito alcanza  el sentido mas amplio de ella. En efecto, el fenómeno de "comunicarse uno con Dios" constituye la misma esencia de la ADORACIÓN (ad + orare) y es independiente de métodos empleados o lenguas escogidas. Hay dos o mas interlocutores pero una acción única de comunicación, ordenada y asumida por Dios mismo. Por eso la oración llega hasta a no utilizar palabras o modelos. Estos son útiles para una acción didáctica de formación de adoradores y para la actividad práctica de evangelización.

 

(2)  Jacques Phillipe denota , en este paso, querer tratar de la oración individual considerando plena liberación de las amarras y restricciones a que nos conducen ciertas prácticas usuales en las oraciones comunitarias. El mismo Cristo nos ha enseñado dos maneras claras de orar:  la oración particular (que hacemos a puertas cerradas) y aquella otra comunitaria (como rezaban en el Cenáculo) A esta ultima prometió Su particular atención al se reunieren dos o mas en Su nombre. Para esta ultima modalidad es necesario un contenido ya establecido a fin de que los mas simples y humildes se posan beneficiar del conocimiento y experiencia de los mas asiduos a la oración. En eses dos casos, sin embargo, no se excluye la efectiva participación de la voluntad individual y del afecto del corazón, Sin estas predisposiciones se termina por esterilizar todo el proceso de comunicación con el Todo Poderoso.

 

(3)  "No es por mucho hablar que serán atendidos" (Mt 6,7). La énfasis que el autor quiere poner en esta pasaje es la gratuidad del llamado de Dios a nosotros para que "conversemos" con El. El dialogo se inicia por acción divina y cuando a El nos abrimos, lo hacemos por aceptar la gracia que nos es concedida. No teniendo el Señor necesidad alguna de nosotros, un solo centavo que sea, (que pueda aumentar Su Gloria) nos llama para nuestro beneficio y por puro Amor a Su criatura. Y, en este coloquio, nada mejor que dejar que hable el corazón.

 

(4)  Hay una tendencia en algunos círculos de oración católicos (?) de prestigiar y importar estos modismos orientales. Con todo el respecto que nos puedan merecer la fe y las practicas de estos hermanos de otros credos, tales costumbres tienden ya a una peligrosa aproximación herética. Queda bien claro, - en el párrafo enfocado, - la diametral oposición entre la oración cristiana y esas otras prácticas. En ellas se pretende una visión panteísta en la cual el hombre es participante de la esencia de un dios cósmico y, por tal razón, lo puede moldar a su gusto. En nuestra fe, somos criaturas de un Dios amoroso que Se complace en"conversar" con nosotros, personalmente.

 

(5)  Es, precisamente, el envolvimiento, en el acto de adoración, de los dos pilares que hacen del hombre imagen  y semejanza de Dios. Por la fe Dios se nos revela como fuente del conocimiento total (gnose) y por don Suyo "somos capaces racionalmente" de entender (inteligere) las cosas que nos El nos haz conocer. Ya por el libre arbitrio podemos "elegir" espontáneamente aceptar las verdades conocidas. De esa manera haciendo, en respuesta a Su invitación, estamos abiertos a la oración. Desde ahí, entonces, Dios asume y opera la conducción del dialogo. 

 

(6)  No se haz necesario enfatizar la coherente opción de una oración humilde. Basta recordar la parábola del fariseo y del publican (Lc 19, 9-14). El orgullo, según los relatos bíblicos, esta siempre situado como fulcro de desordenes y pecado. Las dos grandes caídas, relatadas en el Libro Sagrado, tuvieran su "Leit Motif" en la orgullosa presunción de los atores en ellas participantes (Ap 12 7-9 e Gen 3). Cuanto a los sacramentos, señales sensibles y eficaces de la Gracia, ajen por su fuerza propia (ex opera operatus). Sin embargo, como ocurre a todo don divino, no violentan nuestra libertad de escoger. Se los recibimos con fe y con la predisposición requerida, manifestaran su infinita eficacia, generando frutos abundantes, como la semilla que cayó en tierra fértil.

 

(7)  Basta considerar el ejemplo reciente de Madre Tereza de Calcutá.

 

(8)  Parece nos bien claro el mensaje del autor. No se diga, sin embargo, que no es posible hallar tiempo para Dios. Cuando nos ordena orar sin cesar, como en Lc 18, 1-8, Jesús quiere resaltar que, para allá de aquellas ocasiones en que nuestra integral atención se vuelve para Dios, debemos hacer de todas las actividades - mismo las materialmente triviales - oportunidades de oración. Bastaría, de pleno corazón, todo hacer por amor a Dios. 

 

(9)  Con el ejemplo de la Santa niña de las Rosas, se cierran todas las fuentes de dudas. Entonces pudimos concluir que la esencia de la oración cristiana es el "Charitas Dei". San Pablo, de manera magistral ya lo afirma a nosotros en su epístola I Corintios (I Cor 13).

 

Post scriptum

 

Es oportuno rememorar aquí, lo que los místicos católicos enseñan a respecto del perfeccionamiento de esta ligación con Dios. La oración que así es entendida y conducida a sus fines, termina por establecer un ello firme de Amor entre Dios y Su criatura humana. Y dicen que son tres las fases de esta evolución espiritual:

a) Fase purgativa - camino en lo cual el orante anda, haciendo la introspección de sus faltas y defectos para irse de ellos se desapegando y limpiando;

b) Fase iluminativa - en la cual el alma cristiano se va permitiendo penetrar cada vez mas por actitudes siempre mas perfectas (luminosas) en su comportamiento frente a Dios, como que olvidando se de si misma, para concentrar se en las perfecciones del Infinitamente Bello;

c) Fase unitiva - que va tornando realidad que nos acomodemos, de manera cada vez mas absorbente, a la voluntad de Dios, buscando ser un con El. (nuestro objetivo escatológico).

 

En resumen, estos pasos configurarían un esquema mental de oración que pudriríamos definir como la búsqueda del Santo (Dios)  (Theognoto)

 

 





 


 


 


 


         


 






Um comentário:

Danilo disse...

Olá, seu blog foi inserido no Guia de Blogs Católicos, um serviço que reúne as postagens mais recentes na blogosfera católica de língua portuguesa.

www.blogscatolicos.blogspot.com

Poderia inserir um link do guia em sua página?